Hasta la vista.

Atrás dejé la vacilación y la incertidumbre.
Estaré en otro lugar.

¿Y si en lugar de besos fueran abrazos? (quinta de muchas)

¿Y si en lugar de besos fueran abrazos? (cuarta de muchas)

Artículo 3270: Nadie puede transmitir a otro sobre un objeto, un derecho mejor o más extenso que el que gozaba; y recíprocamente, nadie puede adquirir sobre un objeto un derecho mejor y más extenso que el que tenía aquel de quien lo adquiere.

Querida Abuela:
Ayer por la noche, como todas las noches, me encontraba tirada en mi cama mirando el techo y pensando en vos. Al hacerlo no podía evitar que de mis ojos se desprendieran unas lágrimas. Era una mezcla de sentimientos, lloraba de tristeza, rabia y a la vez alegría. Seguramente en este momento te estés preguntando cómo puede ser. De tristeza porque te extraño y mucho, no sabes cuanto, el solo pensar que hace más de dos meses que no te veo me hace sentir una sensación inexplicable, siento unas ganas de ir al sanatorio donde estas en una pequeña sala acostada y abrazarte y decirte personalmente todo lo que te quiero. Pero cuando vuelvo a la realidad y sé que no puedo hacerlo lloro y lloro porque te extraño. Te extraño a vos y a todas las cosas que me cocinabas, las milanesas, la pascualina, la tarta de manzana, las masitas que comprabas, extraño tus suaves manos que me dormían cuando era más chica, los juegos de cartas que jugabamos juntas y con Haidée y los juegos de lotería, eso y mucho más. Extrañar tanto me produce rabia, rabia de no tenerlo ahora. Pero por encima de todos estos sentimientos siento una gran sensación de alegría, paz y calma. Porque también le agradezco a Dios que me haya regalado la abuela que tengo, disfruté de todos y cada uno de los momentos que estuvimos juntas, y quiero que sepas que vos y esos momentos están guardados en un lugar en el que es imposible salir y ser olvidados, en el corazón. Creo que ya te conté todo lo que siento y por todo esto me siento muy agradecida a Dios de que te tengo como abuela y orgullosa de ser tu nieta, no existen tantas personas, es más ninguna como vos. Sos muy especial para mí. Esta navidad no vamos a estar juntas físicamente, porque en realidad vas a estar más cerca de mí que nadie, en mi corazón y en mi cabeza. Espero que sientas lo mismo y que puedas pasar unas muy muy muy felices fiestas: ¡¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO!!!!! Te quiero mucho y te extraño demasiado. Espero que con estas humildes palabras te haya podido transmitir todo lo que siento. Te quiere mucho,
Tu nieta,
Delfina.

N del B: Esta carta la escribió mi adorada hija mayor a su abuela hace un par de años. Sorpresivamente, en la noche en que estaba por llegar aquél "Año Nuevo" falleció mi papá, con quien Delfi mantenía un idilio, pero que estaba entregado por la larga enfermedad de mi mamá (¿que no existe el amor? Creo que se fue antes para preparar todo arriba, mientras yo hacía lo mismo aquí abajo). Unos poquitos meses más tarde mi mamá se fue a acompañarlo. Fue el tiempo más dificil que debimos sobrellevar. Pensar que apenas un año antes habían festejado los 50 años de casados. En la misa, él estuvo tembloroso, impecable y solo frente al altar recibiendo las bendiciones. Y luego de ello se pronunció la debacle. En ese proceso, hubo alguien que dormía en casa pero que no nos acompañó. Y todos nos dimos cuenta que andaba por otros andariveles. Hoy estoy seguro que debió ser por eso del 3270, que nadie puede dar lo que no tiene. Pobre.

¿Y si en lugar de besos fueran abrazos? (tercera de muchas)

Principio del Derecho Procesal.

"La ocasión obliga o, más bien, impone una carga, y la más grave culpa contra sí mismo es dejar pasar la ocasión”. (Goldschmidt).

¿Y si en lugar de besos fueran abrazos? (segunda de muchas)

No somos perfectos.
Ni siquiera nuestra esencia lo es.
Lo único perfecto es la risa que brota súbita e incontenible. Convulsiva y vibrante. Con el cuerpo convulsivo y vibrante.
Nunca me esmeré tan poco en lograr algo tan absoluto.
No somos perfectos. Y tampoco somos iguales.

¿Que otra cosa puedo hacer? (You don't need to say anything).

¿Y si en lugar de besos fueran abrazos? (primera de muchas)

En la ruta del desquicio, Juan se inquiere y reconviene en apostar el doble. Al desnudo desamor arrojado contra el mármol corre a cubrirlo para ocultarlo. Y en perfecto castellano lo mandará al reverendo carajo para que no se acerque más a su vida.
Es de noche, una inquietud lo despierta. Tiene contraídos los músculos y una sensación de náusea se le estaciona entre el pecho y la garganta, y le sube por las mandíbulas. Se levanta de la cama. Camina ciego por la casa a oscuras. Está tan solo como ese tiempo en el que la humanidad no tuvo más dioses y el Cristo no había llegado (Yourcenar). Busca el abrazo. Y no lo encuentra. Sólo lo ve.
Algo dentro de Juan acaba de romperse, y no es su culo precisamente.
Por la mañana se levantará con la resaca. Con el gusto amargo en su boca. Y pasará rara toda la jornada.
Días más tarde, la fatalidad le escupe la razón de aquél desgarro (que tenías sentimiento, cabrón).
Juan ha vuelto a la vida (se la han devuelto).

Tú te me vas a volar

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